Considerado el mejor documental europeo de 2004 este film nos advierte de cómo una especie introducida por el propio hombre, la llamada “Perca del Nilo”, es utilizada como moneda de cambio para conseguir armas procedentes de Europa.
La inmersión de este gigantesco y voraz depredador en el lago Victoria (el más grande del mundo) no sólo favorece que se mantenga los conflictos bélicos sino que también perjudica el equilibrio y salud natural de las aguas al acabar con la mayoría de especies existentes en el lago.
En torno a este pez artificial se ha creado toda una red de industrias privadas que se lucran con la comercialización de los filetes de pescado. Lo más curioso es que produciendo tal enorme cantidad de pescado (55 toneladas al día) sus propios habitantes no tengan derecho ni a consumirlo. Esto es debido a que la perca del Nilo es un pescado q se comercia a precios muy altos, por ello, un millón de africanos se comen aquello que los aviones no se llevan (es decir, las sobras).
Con tan sólo la cantidad de pescado que consumimos los llamados “países desarrollados” (150 toneladas semanales) se cubrirían gran parte de las necesidades básicas de los niños, mujeres y hombres de aquellas poblaciones próximas al lago. Sin embargo, la realidad es bien distinta y lamentablemente estas personas se ven obligadas a adentrarse en un túnel sin salida: prostitución, enfermedades, miseria…

En el documental hay un momento que puede resumir bastante bien el problema en el que se ven asoladas la mayor parte de las regiones de África. Se trata de cuando un piloto ruso explica a cámara que él llega con aviones cargados de armas para los niños africanos mientras que a la salida carga con uvas procedentes de África para el deguste de los niños europeos. Todo es puro intercambio de intereses fruto de la herencia del capitalismo más estricto.
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